«Las palabras justas», diario que la española Milena Busquets escribió del 6 de enero al 31 de diciembre de 2021, todo un año que incluye las huellas que dejó en la intimidad el aislamiento y la apertura pospandemia, amasa una contradicción que avanza con los días, fluctúa mes a mes y teje un ejercicio orgánico de reflexión personal sobre lo cotidiano (amor, sexo, economía familiar, escritura), donde si algo perdura es la conciencia sobre la brevedad de ciertos estados y de determinadas certezas, y sobre la potencia que los devuelve al presente.La preocupación de Busquets (Barcelona, 1972) en esta publicación (Anagrama) es “no escribir a favor de uno mismo”, captar algo “verdadero”, por más mínimo que sea es un logro en esa escritura en la que se tiene a sí misma como materia prima, “ser real” sabiendo que “ningún escritor en el planeta Tierra, ni el más cándido, ni el más bobo, ni el más puro escribe un diario sin pensar que tal vez algún día se publique”.
La premisa que se propone seguir desde el Día de Reyes hasta la despedida del Año Viejo es una de las potencias de este ejercicio de escritura obrera: diaria, trabajosa, que genera un ingreso económico. La consigna de honestidad provee la contradicción que vuelve verdadera a la narradora: enamorarse es ”una pérdida de tiempo”, es “ganar tiempo, es “el octavo pecado capital”, “una cualidad”. El diario de Busquets da cuenta -en párrafos cortos, a veces una sola oración- de sucesos y hábitos en apariencia superficiales que tienen la contundencia de definir a una persona: “A los temas serios no es necesario narrarlos con solemnidad”, le dice a Télam.
En el devenir de los días que narra debate consigo sobre la soledad, la autocensura, Houellebecq, Chéjov, Messi, despotrica hasta contra los escritores que cuentan sus sueños en sus diarios y, pasadas las entradas en el suyo, cuenta ella un sueño, el de los caballos alados en Cadaqués, tierra de su infancia: uno le acerca manso el hocico pero percibe el miedo que a ella le da ese movimiento y entonces la mira amenazante y sigue su camino.
¿Ese caballo es su infancia? Época que cree feliz pero sobre la que nunca escribió. ¿Es su padre? Sobre quien tampoco escribió y sobre lo que también reflexiona varias veces en el diario, incluso antes, cuando después del éxito de la novela “También esto pasará”, sobre la relación con su madre, la escritora y editora Esther Tusquets, dice en alguna entrevista que tendría que haber sido un libro sobre su padre, el poeta Esteban Busquets.
“No lo sé, no sé si sé escribir sobre la infancia, no sé si conseguiré escribir sobre mi padre, pero todo es muy doméstico y familiar en mis libros». La portada es una foto que hizo hace años Gregori Civera, el padre de su hijo menor: una chica mira la ciudad de noche desde el interior de un edificio alto.
“Me gustaba la idea de una mujer mirando al mundo, también que estuviera en ropa interior, el hecho de desvelarse y al mismo tiempo que no se sepa quién es, no se le ve la cara, un juego muy de escritor: no revelas tanto como los lectores creen, no revelas cosas que crees que estás revelando”.