Juan Pablo Ii, el hombre que nació en Polonia en 1920 con el nombre de Karol Józef Wojtyła y que se convertiría en 1978 en el pontífice número 264 en la historia de la Iglesia Católica Apostólica Romana, por siempre estará en el recuerdo de los argentinos: es el único Papa que vino a nuestro país, y lo hizo en dos ocasiones, en 1982 y en 1987.
El “¡Juan Pablo II,/ te quiere todo el mundo!” se hizo escuchar en ambas visitas que se sucedieron en circunstancias especialmente sensibles como lo fueron la Guerra de Malvinas y y, ya con la democracia recuperada, con la rebelión militar carapintada de Semana Santa que estaba en ciernes.
1982: Las 31 horas que dieron esperanza en medio del dolor
El Papa y el dictador Galtieri tuvieron una charla a solas el 12 de junio de 1982.
Cuando el viernes 11 de junio, alrededor de las nueve de la la mañana de un día lluvioso, Juan Pablo II se inclinó para besar tierra argentina, estaba iniciando tal vez el viaje más atípico de su papado.
La diplomacia vaticana siempre se caracterizó por la estratégica planificación de sus acciones. Sin embargo, esta visita a una Argentina envuelta en una guerra sangrienta y desigual contra una de las potencias mundiales tuvo como objetivo el cese del fuego y se decidió precisamente en el Reino Unido, país que Juan Pablo II recorrió a principios de junio, en una gira prevista con mucha antelación. Es que si el Papa no llevaba personalmente también su mensaje de paz a los argentinos, sería una afrenta para Latinoamérica, la región más católica del planeta.
Desde su llegada a Ezeiza -donde lo recibió el presidente de facto, el general Leopoldo Fortunato Galtieri- hasta la Catedral Metropolitana Juan Pablo II fue aclamado por una multitud que esperanzada en el fin de la cruenta guerra, en plena coincidencia con el mensaje papal: «Permitidme que desde este momento invoque la paz de Cristo sobre todas las víctimas, de ambos bandos, del conflicto bélico entre la Argentina y Gran Bretaña; que muestre mi afectuosa cercanía a todas las familias que lloran la pérdida de algún ser querido; que solicite de los gobiernos y de la comunidad internacional medidas aptas para evitar daños mayores, sanar las heridas de la guerra y facilitar el restablecimiento de los espacios de una paz justa y duradera».
En ese primer discurso, casi al pie del avión que lo traje al país, el pontífice expreso otras 38 veces la palabra Paz.
Las 31 horas que Juan Pablo II pasó en la Argentina en 1982 fueron acompañadas por miles de fieles.
Al día siguiente, Corpus Cristi, Juan Pablo II ofició dos misas multitudinarias: la primera, a la mañana, en la basílica de Luján -viajó desde Morón en un vagón especial de la línea Sarmiento- y la segunda en un altar frente al Monumento de los Españoles, cerca del mediodía. Allí, frente a miles y miles de fieles -principalmente jóvenes-, el Papa dejó su último mensaje. (ver recuadro)
Cuatro horas después, partiría de Ezeiza hacia Rio de Janeiro, última escala de su imprevista gira sudamericana. Y dos días más tarde, el 14 de junio de 1982, las fuerzas militares argentinas capitularon ante los ingleses, en un enfrentamiento absurdo que dejó casi mil muertos entre ambos bandos, la mayoría, jóvenes compatriotas.