Nació un 8 de octubre de 1893 en Roque Pérez, Buenos Aires, y pasó su infancia entre la geografía dura e inclemente de la Patagonia Argentina.
Entró a los dieciséis años al Colegio Militar, se convirtió en un estudioso y brillante oficial de Estado Mayor, y como tal conoció el dramático escenario de la política europea entre las grandes guerras.
Integró, junto a otros coroneles del ejército, el glorioso G.O.U. (Grupo de Oficiales Unidos) para dar por terminado el 4 de junio de 1943 la década infame liberal y REDIMIR la PATRIA y DIGNIFICAR a los trabajadores y a los desposeídos.
Fue tomado por el pueblo como un hombre providencial, un intermediario con el cielo, un profeta que, como Moisés, lo guiaría por el desierto hacia la tierra prometida, le diera de comer cuando tenía hambre y lo protegiera del enemigo interior y exterior.
Dotó a los humildes de dignidad, de doctrina y de organización. Los hizo pueblo, y los consideró lo mejor que tenemos. Hasta que en la jornada del 17 de octubre de 1945 su nombre se hizo bandera y se desató, inconmensurable, todopoderosa, incontenible, jubilosa, imparable, la esperanza popular.
Pronto unió su destino al de una mujer de un carisma inigualado que se iba a constituir en el nervio de su liderazgo, en la llama ardiente de la revolución, en puente insobornable con los débiles y postergados, los desamparados y marginales, los niños, los trabajadores, los humildes, las mujeres, los ancianos.
Desde entonces fue sin discusión, ininterrumpidamente, la primera figura política, excluyente y hegemónica, a lo largo de tres décadas. Presidente de la nación elegido tres veces en forma constitucional, siempre con más de la mitad de los votos, y en la última oportunidad con más de dos tercios de ellos.
Gobernó durante nueve años recibiendo un país colonial, sojuzgado, postergado, devastado, sometido, de rodillas, y lo puso de pie y a la cabeza preeminente de América latina, hasta convertirlo en ejemplo luminoso para todos los pueblos del planeta.
Fundó la TERCERA POSICIÓN INTERNACIONAL, y el CONTINENTALISMO iberoamericano con proyección al siglo XXI. Señaló el camino concreto para impulsar la integración continental y propuso a Brasil y Chile echar las bases de una unidad que se denominaría ABC.
Para construir una NACIÓN JUSTA LIBRE Y SOBERANA, logró la dignificación del trabajo, la humanización del capital, la protección al desvalido, una prodigiosa multiplicación de escuelas y hospitales, la avasallante potencialidad industrial de tantas fábricas levantadas y las mejoras al obrero y al peón rural.