El 10 de octubre de 1974, en Moscú y en el mas absoluto anonimato moría una de las heroínas mas emblemáticas de la Segunda Guerra Mundial, ese día se apagaba la vida de la francotiradora Liudmila Pavlichenko. Nacida en Bila Tserkva, Ucrania, el 12 de julio de 1916, su destino de campesina se truncó cuando quedó embarazada con solo 14 años, su familia avergonzada la envió a Kiev junto a una tía que la ayudaría en la crianza de su hijo.
Para independizarse económicamente de la familia que la escondió ingresó como pulidora en una empresa metalúrgica que al ser proveedora del ejército tenía un club de tiro dependiente de la «OSOAVIAJIM», una sociedad paramilitar que preparaba a la población civil para la defensa de la patria. Pese a doctorarse como historiadora en la Universidad de Kiev, cuando la Alemania Nazi inicia la operación Barbarroja e invade el territorio soviético Liudmila decide enrolarse en el ejército.
Stalin había dispuesto en un principio que ninguna mujer fuera reclutada, sin embargo Liudmila insistió en que sus habilidades con un fusil no debían desperdiciarse, le tomaron una prueba donde dejó a todos atónitos y se la incorporó a la 25ª. División de Infantería del Ejército Rojo. Fue enviada al frente con un obsoleto fusil de cerrojo Mosin-Nagant con mira telescópica de cuatro aumentos, ella se las arregló para destacarse de sus colegas y hasta recibir la admiración del tirador de élite Vladimir Pchelíntsev. Cuando se le proporcionó un moderno Fusil Semiautomático Tokarev STV40 se convirtió en el terror de los oficiales alemanes, cuyos servicios de inteligencia la ubicaban entre las mas letales de los 2 mil francotiradores soviéticos.
Sirviendo en Odessa y Sebastopol se le adjudican 309 víctimas, entre ellos francotiradores enemigos y altos oficiales. Siendo ya un símbolo soviético, al ser herida por un mortero en junio de 1942, se decide retirarla del servicio activo. Un mes después se le otorgó la medalla dorada de Heroína de la Unión Soviética y se le asignaron misiones protocolares y de entrenamiento de nuevos francotiradores. Con la guerra aún en curso fue enviada a los EEUU junto a su colega Vladimir Pchelíntsev, allí fueron recibidos por el presidente Franklin Delano Roosevelt, la Primera Dama y Charles Chaplin quien le dijo, «-Es increíble que esas manitos hayan matado tanto Nazi». Terminada la guerra no volvió a ejercer como instructora de tiro ni como profesora de historia, pidió ser asignada a la oficina de veteranos de guerra donde trabajó hasta su muerte el 10 de octubre de 1974.
Fue la primera persona soviética en ser invitada a la Casa Blanca y recibida por un presidente de los EE.UU, Franklin D. Roosevelt y trabó amistad con Eleanor Roosevelt, con quien organizó una gira por el país norteamericano para dar charlas y promocionar el papel de la mujer en el conflicto armado.
Liudmila Pavlichenko murió el 10 de octubre de 1974 víctima de un derrame cerebral a la edad de 58 años. Se halla enterrada en el Cementerio Novodévichi en Moscú.